domingo, 17 de febrero de 2013

La nieve de un triste domingo IV

Buenas a todos!
Seguramente ya debéis conocer esta historia mía  o no pero yo he seguido escribiendo la continuación  porque me gusta como esta yendo el trama. Aunque es una historieta pequeña y muy simple he estado pensando un poquito y lo he alargado un poco. Así que aquí tenéis la cuarta entrega de La Nieve de un triste domingo. Recordad que para enteraos un poco de que va tenéis que leer los otros tres, aunque pensándolo mejor no es necesario.
¡Espero que os guste!

La nieve de un triste domingo IV
Echo de menos oír el canto de los pájaros  echo de menos el ruido que hace el agua correr junto las rocas y también echo de menos a mis padres. Pero ahora sé que nunca más podre recuperar todo eso. Porque yo estoy destinada a fundirme con ese nieve y si soy sincera estoy deseando que así fuera para poder abandonar este vació dentro de mi que me esta matando aun estando  muerta. Al caminar noto en mis pies un enorme peso, como si una pesada cadena me tuviera unida en el suelo, impidiéndome ser libre. Camino arrastrándome y si pudiera notar el dolor, mis pies alderian con lo machacados que estan. El bosque esta muy cerca, lo presiento, al mismo tiempo que presiento que muy pronto me quedaré sin piernas.  
Una vez delante de esos grandes árboles  me detengo a coger un poco de aire, la verdad no lo necesito, pero la costumbre me empuja a hacerlo, y en llenar mis dos pulmones, noto que se me debilita la energía  No volveré a coger aire nunca más.  
Me adentro en el frondoso bosque sin ni siquiera mirar atrás  Ya no había nada que echar de menos. Contemplo las pocas hojas que cuelgan perezosas de los arboles y la blancura de la nieve bajo mis pies. Aquí, la nieve es mucho más blanca y más pura, seguramente es porque nadie se atreve a venir con este tiempo. Si mis padres estuvieran aquí conmigo, me acariciarían el hombro, y riendo me dirían que tenemos el bosque solo para nosotros. Mi padre era un amante de la naturaleza, le gustaba ir a pescar y a cazar y siempre que tenia oportunidad, se ponía a mirar los aburridos documentales sobre animales que ponían en la televisión  Yo nunca antes le encontré sentido a su afición  y siempre que me preguntaba si quería ir a pescar con él, le respondía que no con cara de aburrimiento. Como me arrepiento ahora mismo de haberle dicho eso tantas veces. Si el ladrón no hubiese escogido nuestra casa, si no hubiera llevado una pistola encima o si simplemente no fuera un ladrón, ahora mismo estaría en el sofá jugando con el mobil mientras mi padre mira su documental y mi madre intentando hacer un pastel de chocolate. Daría lo que fuera por retroceder unas horas atrás, y proponer que fuéramos los tres juntos a pasear por el bosque.  
La vida no ofrece segundas oportunidades, no nos permite arrepentirnos o aprender de nuestros errores, en realidad las segundas oportunidades no existen, porque la vida no tiene vuelta atrás y por eso la vida es cruel, tan cruel que el simple echo de pensar en él me entra un dolor enorme en el pecho, pero después de ponerme la mano justo encima de la herida que ya no sangra me doy cuenta, que es mucho más cruel aquél que dispara y mata sin sentir dolor alguno. 

¿Os gustó? ¿Hay alguna falta de ortografía? ¿La continuo? ¡No dudéis en contármelo!

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho guapísima, sigue escribiendo.
    Un beso ^_^.

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  2. Wolaaa,
    Me ha gustado mucho. Hay alguna que otra falta, aunque lo que más falla es la gramática. Igualmente me gusta la nostalgia de tu forma de narrar y cómo pints la cosa. Continúa, please!:D

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